martes, 12 de agosto de 2008

LA SONRISA DE UN NIÑO


Tristemente todos somos conocedores de la gran indigencia que existe en cualquier ciudad y la utilización de los niños a la hora de mendigar, conscientes que éstos nos tocan muy de cerca el corazón. Jamás he dado dinero alguno cuando en uno u otro lugar se me ha demandado "limosna" si bien es cierto, si la demanda se me ha hecho estando dentro de una cafetería, nunca he negado degustase un café con bollería o una tapa. Sé esto no daña a nadie, ni a los que mendigan, sí por el contrario el proporcionarles dinero( puede ser perjudicial, ya que desconozco el destino que de éste se va a hacer. Hecha estas aclaración, comentaré lo que me ha sucedido hoy:
He ido a la gasolinera, tras llenar el depósito de mi vehículo he penetrado en el local para abonar el importe y a la entrada había sentados en la puerta una mujer con un niño de más menos 6/7 años. No decian nada, la mujer se limitaba a tener la mano extendida sin mediar palabra, el niño a su lado, tambien en silencio, desconozco su procedencia pero estoy por asegurar por la vestimenta de la mujer no eran españoles.
Dentro del establecimiento he comprado una caja de Donuts y he ojeado varios juguetes. Entre los mismos me ha llamado la atención un camión de plástico color amarillo con sus bombonas de butano color naranja, sin más lo he asido de la estantería donde estaba colocado y me he dirigido a la caja para pagar el importe de la gasolina, Donuts y el juguete.
Al salir, me he agachado y le he extendido al niño tanto los Donuts como el camión, desconozco si el niño tenía hambre o no, pero lo cierto el que ha hecho caso omiso a los Donuts, no así el camión. En milésimas de segundos ha vaciado cada una de las bombonitas que éste tenía, y su sonrisa ha sido una experiencia que no olvidaré facilmente. Me he dirigido al coche y en lo que me ponía el cinturón de seguridad, seguía mirando a ese niño como jugaba de forma casi convulsiva metiendo y sacando las bombonas a la par que movía hacia adelante y hacia atrás el camión vació.
Sin más, no me parecía propio seguir observando por respeto a la madre más que nada, he proseguido mi camino y durante el mismo a mi mente venía la imagen de esa carita llena de ilusión. Con muy poquita cosa para nosotros, que feliz podemos hacer a alguien que quizás ( no lo sé) carece de todo, pero si así no fuese, yo me siento igualmente feliz , pues con su actitud me ha dado una de las satisfactorias más gratas que podemos obtener: HACER REIR A UN NIÑO

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